El Espíritu Santo juega un papel fundamental en los estudios bíblicos, ya que es quien guía al creyente a toda verdad y revela el significado profundo de las Escrituras. Sin Su dirección, el estudio puede quedarse en un ejercicio intelectual sin transformación espiritual. Él ilumina nuestro entendimiento, nos ayuda a discernir el contexto y nos muestra cómo aplicar la Palabra a nuestra vida diaria. En los estudios biblicos, el Espíritu Santo también corrige, consuela y fortalece nuestra fe mientras exploramos los textos sagrados. Su presencia convierte el estudio en una experiencia viva con Dios. Por eso, todo buen estudio bíblico comienza con oración y dependencia de Él.
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